Porque son el regalo más maravilloso que existe, pues con solo mirarte te trasmiten la pureza de su alma y si por casualidad sonríen, te conceden todo el universo en ese instante.
Porque tienen mezcla de inocencia y sabiduría, porque no mienten y cuando lo haces en su presencia, te miran fuerte, muy fuerte, recordándote que ellos son tu espejo, que no los defraudes. Sigue leyendo
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