Vertientes, 5 Feb- Las circunstancias, muchas veces abrumadoras, de la cotidianidad, en ocasiones nos impiden apreciar imperceptibles acciones de verdadero humanismo y amor.
Pero sin dudas, un sentimiento tan legítimo no puede pasar desapercibido; por eso llega en cualquier momento o lugar para tocar las fibras más profundas del corazón como para devolvernos a una realidad con la cual nos identificamos.
Eso aprecié en el corto tiempo que compartí con educadores y estudiantes de la escuela especial Francisco González Cueto; un centro privilegiado con la entrega de vertientinos que creen en el mejoramiento humano.
La pequeña Yadelkis Parra Arjona festejaba sus quince eneros junto a los demás niños y adolescentes matriculados en ese plantel, donde reciben atención especializada acorde a sus discapacidades.
Yadelkis, sus hermanitos y su mamá nunca soñaron con una fiesta similar. Ellos no tienen los recursos necesarios; en cambio cuentan con el amor sincero y la voluntariedad de los trabajadores de la escuela, acostumbrados ya a gestos altruistas con sus hijos adoptivos y sus familias.
Cada uno dispuso parte del salario devengado y con ayuda de las autoridades del municipio, cooperativistas y las administraciones de algunos organismos locales organizaron el agasajo que amenizó la payasita Lila.
Por suerte, vivimos en una sociedad que por años ha cultivado los mejores valores y principios. Gracias a ello, es posible encontrar personas como Mariela, Orelbis o el fotógrafo que contribuyeron con el ajuar, el maquillaje y el recuerdo gráfico de tan importante momento en la existencia de Yadelkis.
Por suerte, en Vertientes los niños necesitados de Educación Especial pueden confiar en docentes como las bibliotecarias Baby y Yaneisi, capaces de engendrar la maravilla con muestras de amor infinito hacia quienes merecen todas las oportunidades para convertirse en hombres y mujeres realizados a plenitud. (Por Eovalis Matos Arias, eovalis@cmhv.icrt.cu)