Camagüey, 17 jul.- Ver a Diego, Vanesa, Cristian, Ahinoa, Arian, Abraham, Alejandra y Kaleb… sonreír como si la vida fuera un juego y ellos los protagonistas, es de esas experiencias de la vida que se vuelven únicas e inexplicables para quienes quisiéramos detener el tiempo bien cerca de ellos.
Hacerse cómplice de sus aplausos, de sus historias, que a sus escasos años en ocasiones nos cuesta comprender los sueños en sus miradas limpias y seguras como si alcanzaran a entender todo el mundo que les rodea.
Son pequeños detalles que se vuelven placeres por la alegría de nuestros pequeños príncipes, esa que contagia y se expande sin pedir permiso.
Lo mismo los vemos en círculos, escuelas, en las casas o en los barrios, son infantes que en Cuba tienen el derecho a la salud, a la educación a la práctica de deportes y exhiben, sin costo alguno, el privilegio de acceder a una recreación sana.
Viven en un país donde hay espacios para todos, sin importar raza, religión o estatus social y económico, porque es la etapa más hermosa de la vida, donde todo es amor, sol y muchas risas.
Y lo hacen con la convicción de transitar por un camino seguro hacia el futuro, y seguir construyendo sus proyectos y la gran obra de la Revolución.
Ellos, el más sincero de los públicos, nos abren las puertas cada día a las nuevas enseñanzas gracias a la sencillez del pensamiento infantil, pero que necesita del amor y la paciencia que tanto los ayuda a crecer para alegrar los corazones de los que saben querer este y todos los días del año. (Gladys Dailyn Morera Cordero/Radio cadena Agramonte. Fotos: de la autora y cortesía de padres de los niños y de Daymara Sánchez)
Daisi Contreras Madrazos
Editorial CMHV
Eovalis Matos Arias
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