Vertientes, 11 ene.- Que decir de Celia Sánchez Manduley, si la flor más autóctona de la Revolución es una descripción sencillamente acertada, para quien hizo todo lo grande de manera tan humilde.
Junto a su padre colocó un busto de Martí en a cima del Pico Turquino, en el año del centenario del apóstol; su imagen mítica, vestida de verde olivo y con el fusil al hombro, su presencia como guerrillera en la Sierra Maestra dejan clara la extensión de su carácter.
Luego del triunfo de la revolución emprendió una ardua tarea en la que compiló una minuciosa documentación de la etapa de lucha, que contribuyó a enriquecer y preservar esa parte de nuestra historia.
Su impronta quedó en el impulso de obras como El Parque Lenin y El Palacio de las Convenciones, y como estas estimuló otras no solo visibles desde la constancia material, sino desde lo moral y los valores de todo un pueblo.
Celia Sánchez falleció un once de enero, pocos meses antes dearribar a los 60 años, y aunque fue muy poco tiempo para quien tenía tanto por dar a su país, es imposible escribir la historia de Cuba sin su presencia. (Por Daylén Fenollar Alemán. /daylen.fenollar@icrt.cu/ ) Foto tomada del canal de telegram de la UC Ignacio Agramonte.
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